martes, 22 de marzo de 2011

El arroz!

Aprovechando que, justamente ahora, estamos pasando por una coyuntura político, social y de comicios electorales quiero enfocarme en el tema del arroz. Mi particular y peludísima percepción de lo que este cereal gramíneo significa en mi vida y su paso a través de mi organismo día tras día.

Desde pequeño he sido cuasi torturado con grandes cantidades de arroz, y es más, mientras escribo estas líneas voy masticando sendos bocados del mismo que han venido en mi táper de comida cual figuritas repetidas. Pero qué es arroz para mí? - A quién debería importarle, se dirán algunos... Estas cosas y otras preguntas existenciales (arrocistenciales) a continuación:

Debo comenzar diciendo que para mí el arroz no es más que un acompañamiento de cualquier otro alimento que haya en el plato, así de simple; y como tal, lo rebajo a tal punto que llego a la consigna siguiente: "Yo como cuanto hay en el plato y el arroz hace las veces de dama de compañía, cuando termino de comer lo esencial, el arroz que quedará triste, solo y abandonado". esto también tiene que ver con mis hábitos alimenticios, que por más llenito que me puedan ver ultimamente, no es que coma grandes cantidades, solo que como mal.

El arroz como unidad, y personificándolo, es como un brother inseguro, que tiene muuuuuuuchos amiguitos que son como él, le encanta socializar con el resto de comida cercana al área, pululan en tu plato como perdidos y los encuentras en diversas posiciones, como si siempre vivieran en una orgía constante, tienen algo de conejos y algo de (completalo tú). No se si están vivos o muertos, pues también parecen los hacinados cadáveres judíos después del salvaje exterminio, (ni hablar del terror que deben pasar al ser engullidos por esas bestias gigantes que somos los seres humanos, entrar por un túnel dentado con una alfombra mágica, caer por un precipicio casi interminable hasta una piscina de ácido... de ahí no creo que se acuerden más).

Ahora, ese desprecio al arroz puede ser visto como un capricho tonto, como un afán vanidoso de no querer aumentar mi volumen o como una causa inhumana y desconsiderada, así como mi madre, que dice que cuánta gente se muere de hambre y yo no como por remolón. A veces le digo: Mamá, si me comiese toooooooooooooodo lo que me sirves estaría forzando a mi esofaguito y el resto de super amigos digestivos y lo que ocasionaría que devuelva al ejército de arroz en un santiamén!

Mi madre, al ver mis constantes negativas, se las ingenia haciendo experimentos químico-gastronómicos para que me trague el bendito arroz. Debo aceptar que en varias ocasiones he sucumbido ante un buen arrocito con leche imbuído de los poderes maternales de mi mami, o un preciso y contundente arroz chaufa que me sacia plenamente. A todo esto, descubrí - y mi mami también- que sólo me trago el arroz cuando está MEZCLADO o ENTREVERADO con algo más, sean ya especias, carnes y, en pocas ocasiones, menestras.

"Quien se casara conmigo no tendría tantos problemas", es otra frase clásica de mamá, haciendo referencia a que como como pollito. "Mamá, aún no hay desafortunada, cualquier desdichada huye en cuanto puede", le digo con sorna. Mi madre no entiende que estoy enfermo de comer arroz, ella está enferma de ver que no lo como. Así es la vida. ARROZ!, digo, Adios!

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